hey!

el motivo es compartir.

martes, 27 de julio de 2010

sueño 27

poco recuerdo, iba camino a un museo aunque sabía que se estaba haciendo tarde, en los mapas de mis sueños este museo está en medio de llanos y bosques, en un circuito (como ccu) para llegar ahí hay largas y grandes avenidas (mi versión de periférico e insurgentes juntas) con laterales hundidas a los lados (Churubusco) es extremadamente complicado moverse, generalmente no traigo auto y camino, tomo un autobús o taxi para llegar, en esta ocación el chofer me deja mucha antes de una salida y tengo que caminar por la orilla entre el tráfico, al poder bajar tengo que atravesar la avenida, los pasos son subterráneos, busco manera de pasar por de bajo pero estos cruces son laberintos sencillos con rejas y objetos que impiden avanzar, en uno de estos pasos el techo va disminuyendo como una cueva urbana de cemento, la ranura que me lleva al otro lado es tan delgada que decido no arrastrarme , en cambio sigo caminando en el siguiente paso, al avanzar y apocos metros de llegar al otro lado veo huellas en el piso, estas parecen ser de oso, al seguirlas veo una pequeña reja, al lado hay lo que parece ser un perro peleando con un oso, al acercarme veo que en realidad retosan y el perro es en realidad un lobo, me acerco más y el lobo parece atacarme, en todo caso es muy pesado y en realidad juega conmigo por lo que termino acariciandole...

lista , listo!

Aún no hay sincronía, cuándo estoy lista, lo demás no lo está.

viernes, 23 de julio de 2010

jueves, 22 de julio de 2010

En días de lluvia

Ver a travéz de los vidrios empañados un mundo sin detalles, dispersarme en la reinterpretación de una sutil encomienda de colores deslavados y formas disgregadas.
Brincar en los charcos , oler a verde, a barro, a cemento.
Los aromas se definen y al cerrar los ojos escuchas ruidos remojados, sopeados y húmedos que se deslizan en otras frecuencias.

Pequeños rayos de sol perforan cada nube y hacen un esfuerzo persistente por calentar pequeños parches de banqueta, una cortina de vapor se pega a la cara haciendote testigo del verano.

Nubarrones cargados y grises que ganan la batalla y esgrimen espadas luminosas, truenos, viento, estridencia, ahora las gotas como soldados a la carga se precipitan en multitud.
Los árboles se balancean entre calle y calle, las hojas caen junto a las gotas cada vez más grandes hasta que la sinfonía del encuentro con el pavimento cesa para convertirse en ríos de caos, alcantarillas sofocadas de ramas, zapatos y envases estancados , la gente corre y se refugia en techos pequeños frente a portales, arrejuntados unos con otros en silencio mientras observan la lluvia y no pueden quitarse la sensación de calcetín mojado y en la humedad de la planta de sus pies mientras repasan los pendientes que no podrán cumplir.

Se preguntan cuanto va a tardar, hasta que un valiente decida dar el paso y correr dos cuadras más, entonces se miran unos a otros mientras el valiente desaparece entre las ráfagas traslúcidas. En un arranque de indiferencia otros caminan tranquilamente al frente del portal asumiendo que la bolsa del supermercado en la cabeza y en los pies es suficiente para hacerle frente a la tormenta, que es más importante llegar, tampoco falta aquel que despliega un paraguas nuevo de sólo 20 pesos producto de orgullosos regateo en la estación del metro, segundos después este artefacto le ha hecho una jugada, se a volteado con el viento en un sólo movimiento y ahora le sostiene de la base para no dejarlo escapar, haciendo contrapeso mientras pelea con los alambres.

Minutos, horas más tarde llega la calma, cesa la lluvia. Empieza el recuento de bayas caídas, árboles sobre los autos, colonias inundadas y perdidas incalculables.

Por el momento lo único seguro es que mañana también habrá un momento de rayos de sol, de el verde más verde que verás en el año y de una nueva tormenta en el cielo.

Un ciclo nuevo de charcos, nubes, calcetines empapados y paraguas rotos.