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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Lo que le sigue a un largo silencio

Podría describir el día a día de los últimos dos años (es verdad, casi con pelo y seña, ¡que miedo! ¿ no?) podría dar una y otra explicación para justificar mi ausencia, pero, la realidad es clara, no tengo que responder a nada porque nadie a preguntado, ni yo misma me lo había preguntado hasta hoy.

La respuesta es muy sencilla, estaba ausente de mí.

Dejé que esa parte que analiza, que interpreta, que visualiza una que otra metáfora se quedara en el cuarto de atrás, le di un descanso mientras otra parte de mi tomaba el volante...

Con resultados sorprendentes, he llegado a la conclusión de que, cuando se deja al mando a la sobrevivencia y al instinto suceden cosas sorpren...¡¿a quién engaño?! ¡Este año ha sido el peor en mucho tiempo! Para mí, para mi país. Más allá de mi círculo está esta comunidad por la que rompo mi retiro, mi silencio, mi tristeza.

2014, te extingues dejando atrás el rastro de humo y las cenizas inciertas, dejando lágrimas en nuestros ojos, incertidumbre e indignación en varios corazones.

Con todo y malas noticias ya me has dejado un obsequio; esa pequeña luz por la que vale la pena seguir adelante, ese guiño de indignación, ese corage encendido, ese momento de ternura por la que estoy dispuesta a seguir adelante. Así que ya haz cumplido tu cometido, gracias, ya te puedes ir... anda ¡vete ya!


De regreso

Sí, aquí de nuevo, luego de meses, de un par de años. Regreso a la temida, deseada y mal nombrada normalidad, a esta nueva, reluciente realidad que huele a recién boleado.

Mi última entrada se refería a un regreso. Pues bien, regresé dos veces, la última vez para mudarme de nuevo al país, este país que tanto me emociona pero que es como los amores adictivos, entre más le quiero más me rompe el corazón.

Pero no regresé con las manos vacías.

De mis dedos se detienen unas lindas, pequeñas y muy nuevas manos que dependen de mí para todo. Dependen de mis ojos, de mis oídos, de mi fortaleza y mi paciencia. Y sí, esta dulce chiquitina huele a nuevo, a botón de azúcar, a inocencia.

Mucho ha sucedido desde entonces, pero no pretendo contarlo todo, sería poco efectivo y aburrido, así que soltaré pequeñas piezas.

En fin, esta soy yo; Mamá primeriza,  la misma de siempre y diferente como nunca.

De vuelta a las andadas.